12/06/2010

Teatrillos parlantes...

Colgando de sus lenguas tienen los hilos.
Historias son lo que cuentan.

Bocas que abren telones,
marionetas que se cuelan sigilosas,
rozando el tímpano
cada vez que salen a escena.

Van formando atrayentes historias para el oyente.
Espectáculos de política, religión, amores...

Todo es confesable.
Desde lo más inocente
y lo más escabroso.
Siempre que sepas narrar,
porque si no los hilos se enredaran
hasta hacer que te tragues lo dicho.

Todo está contado.
No hay nada que inventar.
Los hilos sean cortado
las historias no se pueden escapar.

Sólo hay que cambiar al títere y el titiritero,
y algo diferente oirás.

12/02/2010

Lo último que me encontré...

Un iphone, en el suelo del bar, el cual fue devuelto a su dueño (Con recompensa. Los cubatas cuestan 6 euros).
Un guante de cuero, en la parada de autobús de la línea 2-5 (Sigue allí esperando a su dueña).
Un mechero color azul, en la mesa que tenía al lado de donde desayuné (Café con leche y tostadas).

Y por último,

Una Sonrisa, del caballero sentado al frente en el autobús.
-¿Es colonia de baño?- La que llevas - Es fresca, fresca... (La sonrisa)... Buen olor...-

La parada de la línea 2-5 donde reposa el guante de cuero, está al lado del bar donde desayuné y vi el mechero azul. La dueña del bar, que está enfrente de la parada de la linea 2-5, la noche de antes, en otro bar, tomándonos unas copas, vimos el iphone en el suelo (él que fue devuelto a su dueño), las copas nos salieron gratis.
En la parada de la línea 2-5 nos encontramos tres mujeres, una joven de 17 años (más o menos), una señora de unos 70 años y yo (ningunas de las tres recogimos el guante).
Al entrar en el autobús, el caballero de la sonrisa nos miro a las tres, las cuales nos sentamos a su alrededor. La joven a su derecha, la señora detrás y yo al frente.
Después de haber captado el olor a colonia, el caballero de la sonrisa empezó a oscilar su mirada intercalando las tres mujeres que entramos y el periódico que sostenía en las manos.
No tardo mucho en decidir que era yo, cosa que se equivoco, no es que tuviera mal olor... pero la poseedora de la fragancia era la señora mayor.

Cómo no quise desmentir lo que pensaba el caballero de la sonrisa, mi respuesta fue...

Silencio.


De todo lo que me encontré
nada me pertenecía.

Pero me quede con una cosa,
con lo último que me encontré...
La sonrisa.